martes, 25 de agosto de 2015

Haaretz: Yo presencié el Juego cruel y egoísta de Hamas en Gaza


Artículo original en inglés

El reportero polaco Wojciech Cegielski pasó un mes en Gaza durante la guerra del verano pasado. Él no tiene ninguna duda de que Hamas usa a la gente como escudos humanos.
Pasé un mes en Gaza durante la Operación  Protección Perimetral. Fue uno de los peores y más letales meses que he visto en mi vida. La realidad era mucho más complicado de lo que se puede apreciar desde la seguridad  que proporciona la distancia cuando uno está en  Europa o los Estados Unidos.
Sí, en efecto Israel bombardeó casas palestinas en Gaza. Pero Hamas también  es culpable por  su juego cruel y egoísta contra su propio pueblo. No tengo pruebas contundentes pero, después de pasar un mes en medio de este infierno, para mí fue evidente que Hamas  estaba violando las normas internacionales de la guerra y,  lo peor de todo, era  que no tenía ningún reparo en usar a sus propios conciudadanos como escudos humanos.
El primer incidente ocurrió un día a última hora de una tarde. Yo estaba en el baño cuando oí  un fuerte ruido de cohetes y mi colega español, un periodista que estaba compartiendo un piso conmigo cerca de la playa de Gaza, empezó a gritar. Se había acercado a una de las ventanas abiertas para encender un cigarrillo. En el momento en el que estaba usando su encendedor vio una bola de fuego frente a sus ojos y se quedó sordo.
Por lo que nuestros vecinos nos dijeron más tarde, un hombre había llegado en una camioneta a nuestra pequeña calle, colocó un lanzador de cohetes en la calle  y disparó. El cohete falló y no se dirigió hacia arriba sino que voló a lo largo de la calle, a nivel del suelo, un largo trecho antes de destruir un edificio. Fue un milagro que nadie resultara herido o muerto.
Cuando conseguimos tranquilizarnos  comenzamos a analizar la situación. Era evidente que aquel hombre o sus jefes  querían que  las Fuerzas de Defensa de Israel destruyeran las  casas de civiles delas que nuestra pequeña calle estaba llena. Quienquiera que fuese, Hamas, Iz al-Din al-Qassam u otros, sabía que el ejército israelí es capaz de  devolver el golpe en el mismo lugar desde el que se dispara un cohete. Afortunadamente para nosotros, el cohete no alcanzó su objetivo en Israel.
El segundo incidente ocurrió en las horas centrales de un día. Yo me encontraba  sentado con otros periodistas en un café a la puerta de uno de los hoteles que hay cerca de la playa. En tiempos de guerra estos hoteles están ocupados por la prensa extranjera y algunas ONG. Todos estos hoteles estaban   llenos y en sus cafés muchos periodistas pasaban el  tiempo discutiendo, escribiendo, editando sus crónicas o simplemente recargando  sus teléfonos. De repente vi a un hombre que estaba disparando un cohete entre los hoteles. Era obvio que nosotros los periodistas nos convertiríamos en un blanco. Si el ejército israelí contestar al ataque todos nosotros moriríamos. Y entoes ¿Qué haría Hamas? No me sorprendería escuchar algo así como que   "el cruel régimen sionista provoca una matanza de periodistas inocentes y libres."
Desde mi punto de vista estas provocaciones lo que hacen es crear escudos humanos.
Cuando yo entrevistaba a gente en las calles de Gaza, no pude encontrar a nadie que dijese algo diferente de lo que decía la propaganda oficial. Sin embargo algunos palestinos, cuando estaban seguros de que los micrófonos estaban apagados, nos decían  que ya estaban hartos. Pero  tenían miedo. Nadie se atrevería a decir públicamente que Hamas estaba creando un infierno dentro de Gaza. Por otra parte  ellos  también se hacían la pregunta ¿que ocurriría si no estuviera  Hamas? Como el gobierno de la Autoridad Palestina de hecho no tiene ninguna autoridad allí, si no estuviera Hamas podría haber algo mucho peor. Por tanto tenemos que elegir entre lo malo y lo peor, según nos dijo uno de ellos.
La realidad es mucho más complicada de lo que se puede ver desde la distancia.
El autor es corresponsal de prensa extranjera por la Radio Polaca.

lunes, 17 de agosto de 2015

Thomas Sowell: La izquierda inmune a los datos comprobables.


Articulo en inglés: Thomas Sowell: Fact-free left (2)

Traducción:

No hay manera de saber lo que está pasando en la mente de otra persona. Pero a veces su comportamiento nos dice más que sus palabras.

La izquierda política asevera que lo que ellos defienden auténticamente es en beneficio de los menos afortunados. Pero ¿cómo se puede verificar esta afirmación?

T.S. . Eliot dijo una vez: "La mitad del daño que se hace en este mundo se debe a las personas que quieren sentirse importantes. Ellos no quieren hacer daño a nadie, pero si, al final, el resultado de sus actos resulta ser perjudicial  en el fondo no les importa. O no lo ven o lo justifican porque están obsesionados permanentemente con la idea de crear una imagen positiva  de si mismos.
Esto nos sugiere que una manera de saber si los que dicen estar tratando de ayudar a los menos afortunados lo hacen sinceramente o si les es suficiente promover una política determinada hasta que consiguen que se lleve a cabo sin comprobar empíricamente si esa política ha logrado o no los objetivos que se esperaban de ella.
Los dos primeros pasos son suficientes para logra  que los defensores de esas políticas se sientan importantes y justos. Pero la prueba de que realmente se preocupan por lo que les ocurre a los supuestos beneficiarios de esa política que ellos promueven consiste en ver si se toman la molestia de revisar las evidencias empíricas del resultado de sus políticas una vez han sido puestas en práctica

Muchos, si no la mayoría,  de las personas que  defienden ardientemente las  leyes de salario mínimo, por ejemplo, nunca comprueban si estas leyes hacen más bien -por el aumento de los salarios de algunos trabajadores- que mal  -al impedir que muchos trabajadores jóvenes y sin experiencia consigan un puesto de trabajo.

Uno de los golpes de buena suerte que tuve en mi vida consistió en que cuando me fui de casa a los 17 años la tasa de desempleo para los negros varones de 17 años de edad se encontraba en valores de un solo dígito. La ley del salario mínimo en aquel momento  tenía diez años de antigüedad  y el salario mínimo especificado en  la ley en ese año era tan bajo que en la práctica no tenía ningún efecto. Después de 10 años de inflación el efecto de esa ley era el mismo que si no hubiera ninguna ley de salario mínimo.

La izquierda , por supuesto, quiso que el salario mínimo fuese incrementado   para mantenerse al día con la inflación. El resultado fue que, diez años después, la tasa de desempleo para los negros varones de 17 años de edad era de 27,5 por ciento  y desde entonces nunca ha bajado del 20 por ciento.
A la vez que  el salario mínimo iba aumentando tambien lo hacía la tasa de desempleo de los muchachos negros de 17 años. En 1971 el desempleo aumentó hasta el 33.4% y desde entonces nunca ha estado por debajo del 30%, con frecuencia a estado en el 40% y en algunas ocasiones llegó a estar por encima del 50%

Pero las personas que abogan por leyes de salario mínimo rara vez muestran ningún interés en las consecuencias reales de dichas leyes que llevan a  que muchos varones jóvenes estén  ociosos en las calles. Algo que no es bueno ni para ellos ni para sus comunidades.
Los defensores del salario mínimo se refieren a los trabajadores que cobran el SMI  como si se tratase  una categoría permanente de personas. En realidad, la mayoría de los trabajadores que cobran el SMI son jóvenes sin experiencia Nadie es joven de forma permanente pero sí que pueden estar sin experiencia durante un periodo prolongado, lo que perjudica sus posibilidades de conseguir un empleo y, además,  corren el riesgo de meterse en problemas mientras pierden el tiempo con otros jovenes también ociosos e inmaduros.
Existe el mismo  celo por parte de la izquierda en lo que se refiere a la intervención gubernamental en los mercados de vivienda y la misma falta de interés en comprobar cuales  son las consecuencias reales para la gente que se supone que se beneficia de estas políticas de vivienda gubernamentales, ya sea como inquilinos o como compradores de vivienda.

Las presiones gubernamentales y las amenazas obligaron a los prestamistas hipotecarios a bajar sus requisitos a la hora de conceder  préstamos. Esta política tenía el objetivo de facilitar que los solicitantes con  ingresos bajos y pertenecientes a minorías étnicas vieran aprobadas sus préstamos. Pero, después de que el boom de la vivienda se convirtiera  en la crisis de la vivienda, los grandes perdedores resultaron ser los compradores de vivienda que tenían  bajos ingresos y los que pertenecían a las  minorías étnicas , porque fueron incapaces de mantener al día los pagos de las hipotecas y terminaron perdiéndolo todo. Esta era precisamente la razón por la que sus solicitudes de hipotecas eran rechazadas antes de que los requisitos para obtenerlas fueran reducidos.

Las leyes de control de alquiler han dado lugar a la escasez de viviendas en las ciudades de todo el mundo. Más de un millar de edificios de apartamentos han sido abandonados por sus propietarios sólo en Nueva York. Más que suficientes para albergar a todos los sin techo de la ciudad.
El imponer impuestos altos a  "los ricos"es una cruzada muy popular de la izquierda, independientemente de lo se entienda por "rico". ¿Pero, alguien valora qué consecuencias tendría el aumentar los impuestos a los ricos?  Como, por ejemplo, que decidan invertir su dinero en el extranjero creando puestos de trabajo y crecimiento económico en otros países mientras que los trabajadores estadounidenses están desempleados y el crecimiento económico de Estados Unidos es anémico.

Todas estas políticas les permite a la izquierda política persistir en sus visiones ajenas a cualquier tipo de datos verificable.  Mientras  ellos se sienten  fenomenal  con ellos mismo van dejando un reguero de estragos a su paso.
Thomas Sowell

Thomas Sowell, ha ganado la Medalla Nacional de Humanidades, es un economista estadounidense, teórico social, filósofo político y autor. En la actualidad es Senior Fellow en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford.


domingo, 16 de agosto de 2015

El homo sovieticus sigue vivo





 El término en cuestión fue acuñado por el reconocido escritor y sociólogo Aleksandr Zinóviev 
Homo sovieticus, era un término burlesco para definir el trabajador típico en la economía socialista. 

El homo sovíeticus no es exclusivo de las economías socialistas, también es común en las empresas nacionalizadas y en la administración pública de los países capitalistas. 

El homo sovieticus se da naturalmente en  todos los entornos laborales en los que se dan ciertas condiciones favorables para la aparición del mismo.
Estas condiciones son: 
Contratos blindados de una u otra forma: es decir que no es posible despedir a un trabajador, o es tan difícil hacerlo que en la práctica es imposible. 
Remuneración que no depende del rendimiento. Ganan lo mismo los que trabajan más que los que trabajan menos. Por ejemplo cuando los sueldos se determinan en base a la antigüedad en el puesto de trabajo, trienios, quinquenios etc.
Escasa o nula supervisión de su trabajo por su jefe. Si su jefe también es un homo soviéticus él mismo entonces la situación es perfecta para el homo sovieticus, sabe que su jefe no va a hacer ningún esfuerzo por supervisarlo.

Características generales 

El homo sovieticus se refería específicamente a alguien con las siguientes características, usualmente combinadas:
  • Indiferencia por los resultados de su propio trabajo o la falta de productividad en el mismo, expresadas en el famoso dicho o chiste soviético “Ellos [los burócratas o dirigentes comunistas] fingen pagarnos y nosotros fingimos trabajar”, y la falta de iniciativa.
  • Indiferencia hacia la propiedad común y pequeños hurtos en los lugares de trabajo, usualmente para un posterior uso personal. Respecto a este fenómeno, una línea de una popular canción soviética de la época rezaba que “Todo lo que pertenece al koljós me pertenece a mí” (en ruso: все теперь колхозное, все теперь мое, transliterado como Vse tieper kolkhoznoye, vse tieper moye), se usaba a veces para referirse irónicamente a los robos que solían ocurrir en las granjas colectivas. La denominada “Ley de las pequeñas espigas”, promulgada durante el régimen del dictador Iósif Stalin en 1932 -en plena era de la colectivización forzosa de laagricultura-, aunque hacía del hurto de parte del patrimonio colectivo un delito duramente castigado (con diez años de prisión), terminó siendo un intento fracasado por poner fin a esta actitud.
  • Aislamiento de la cultura mundial, creada por las fuertes restricciones soviéticas sobre viajes al extranjero y la estricta censura del flujo de información, fenómenos además potenciados por la incesante propaganda política marxista-leninista tendiente aladoctrinamiento de las masas desde la niñez. Por otro lado, el intento oficial de aislar al pueblo soviético de la influencia occidental, comenzando por la anglosajona tuvo un efecto contraproducente. Por el contrario, la “exótica” cultura occidental se volvió particularmente interesante precisamente porque las referencias complacientes hacia ella estaban prohibidas dentro de la Unión Soviética. Los funcionarios soviéticos solían denominar a este tipo de fascinación como “idolatría occidental” (en ruso: идолопоклонничество перед Западом, transliterado como idolopoklonnichestvo peried zapadom).
  • Obediencia (absolutamente) pasiva de los dictados emanados de las autoridades del totalitario régimen comunista.
  • Evitaba aceptar la responsabilidad individual respecto de prácticamente nada.

 Es muy probable que te encuentres con algún ejemplar de homo soviéticus en tu vida diaria, especialmente cuando tengas tratos con la administración pública. Son muy abundantes y fáciles de identificar. Para empezar suelen tener una expresión tipo Buster Keaton, es decir un rostro inexpresivo, ¿ Habrá vida humana bullendo en el cerebro detrás de esos ojos?. 

Esta entrada fue publicada originariamente aquí el

lunes, 22 de septiembre de 2014

LA REVOLUCIÓN DE LA PRODUCTIVIDAD

Lo que mas ha influido en la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores en el último siglo y pico ha sido:
a) ¿la lucha sindical?
b)¿ la ingeniería industrial?

Peter Drucker, en La Sociedad Postcapitalista nos ilustra sobre este tema:

LA REVOLUCIÓN DE LA PRODUCTIVIDAD
¿Qué fue entonces lo que derrotó a Marx y al marxismo? -Hacia 1950 muchos de nosotros sabíamos ya que el marxismo había fracasado tanto moral como económicamente (yo lo había dicho ya en 1939 en mi libro The End ofEconomic Man); pero el marxismo era todavía la única ideología coherente en la mayor parte del mundo y en la mayorparte del mundo parecía invencible.
Había «antimarxistas» en abundancia pero, todavía, pocos «no-marxistas»; esto es gente que pensaraque el marxismo ya no era relevante, como la mayoría sabe en la actualidad. Incluso aquellos que se oponían acervamente al socialismo seguían convencidos de que su influencia era cada día mayor.En 1944, el padre del neoconservadurismo en el mundo occidental, el economista anglo-austríaco Friedrich von Hayek (1889-1992) argumentaba ensu libro The Road to Serfdom que el socialismo significaba de forma inevitable la esclavitud. El «socialismo democrático» no existe, decía Hayek entonces; sólo hay «socialismo totalitario», pero no decía en 1944 que el marxismo no podía funcionar; por el contrario, tenía mucho miedo de que pudiera funcionar y funcionara. Sin embargo, en su último libro The Fatal Conceit(University of Chicago Press, 1988) escrito cuarenta años más tarde, asegura que el marxismo nunca podía haber funcionado y cuando publicó estelibro casi todo el mundo, especialmente casi todo el mundo en los paísescomunistas, había llegado a la misma conclusión.

¿Qué venció entonces a las «inevitables contradicciones del capitalismo», a la «alienación» y la «caída en la miseria» de los proletarios ycon ella al «proletario» mismo?’ yLa respuesta es La Revolución de la Productividad.Cuando el saber cambió de significado, hace 250 años, empezó a aplicarse a las herramientas, procesos y productos y esto es lo que«tecnología» aún significa para la mayoría de gente y lo que se enseñaen las escuelas de ingeniería. No obstante, dos años antes de la muerte de Marx se había iniciado la Revolución de la Productividad.
En1881, un estadounidense, Frederick Winslow Taylor (1856-1915)aplicaba por vez primera el saber al estudio del trabajo, al análisis del trabajo y a la ingeniería del trabajo.El trabajo ha existido desde que el hombre existe; en realidad, todos los animales tienen que trabajar para vivir y en Occidente durante largo tiempo se ha alabado la dignidad del trabajo de labios para afuera.El segundo texto griego más antiguo, unos cien años después de la épica deHomero, es un poema de Hesiodo (siglo XVIII a.C.), titulado Trabajos y Días que canta el trabajo del agricultor.
Uno de los más bellos poemas romanos son las Geórgicas, de Virgilio (70-19 a.C.), un ciclo de canciones sobre el trabajo del agricultor. Aunque no hay un interés tan vivo por el trabajo en la tradición literaria oriental, el emperador de la China tocaba un arado una vez al año para celebrar la siembra del arroz.
Pero tanto en Occidente como en Oriente, estos eran gestos puramente simbólicos; ni Virgilio ni Hesiodo miraban de verdad lo que hacíaun agricultor, como tampoco lo hizo nadie más a lo largo de la mayoría de la historia escrita.‘ El trabajo era indigno de la atención de las personas educadas, de las personas pudientes, de las personas con autoridad; el trabajo era algo que hacían los esclavos. «Todo el mundo sabía» que la única manera de que un obrero produjera más era trabajando más horas y más duro. También Marx compartía esta opinión ’con todos los economistas o ingenieros del siglo XIX. ‘Fue por pura casualidad que Taylor, un hombre educado y acomodado, se convirtiera en obrero. Problemas en la vista le obligarona abandonar la idea de ir a Harvard y empezó a trabajar como obrero en una fundición de hierro. Como era un hombre de un’ talento, pronto empezó a ascender hasta convertirse en uno de los jefes y susi nventos para trabajar el metal lo hicieron rico al poco tiempo. Loque entonces hizo que Taylor iniciara el estudio del trabajo fue su conmoción ante el mutuo y creciente odio existente entre capitalistasy obreros, que dominaba los finales del siglo XIX. En otras palabras,Taylor vio lo que vieron Marx y Disraeli y Bismarck y Hemy James;pero vio también lo que ellos no consiguieron ver: era un conflicto innecesario y se propuso hacer que los obreros fueran productivos y así ganaran un salario decente.La motivación de Taylor no fue la eficacia ni la creación de beneficios para los propietarios; hasta el momento de su muerte sostuvo que el principal beneficiario del fruto de la productividad tenía que ser el obrero y no el patrón. Su principal motivación era la creaciónde una sociedad en la que obreros y patronos, capitalistas y proletarios, tuvieran un interés común en la productividad y construyeranuna relación armónica sobre la aplicación del saber al trabajo. Losque se han acercado más a comprender esto hasta el momento los empresarios y sindicatos japoneses de después de la Segunda GuerraMundial.
4. Y sigue sin haber una historia del trabajo; aunque si a ello vamos y pese a tanto filosofar sobre el saber, tampoco hay una historia del saber. Ambas deberían llegar a ser áreas de estudio importantes en las próximas décadas o, al menos, en elpróximo siglo.
Pocas figuras en la historia intelectual han tenido un impacto mayor que Taylor y pocas han sido tan deliberadamente malentendidas y tan asiduamente mal citadas En parte Taylor ha sufrido las consecuencias de que la historia demostrara que él tenía razón y que los intelectuales se equivocaban; en parte Taylor es ignorado porque aún persiste el menosprecio por el trabajo, especialmente entre los intelectuales; a buen seguro, mover arena a paletadas, el análisis más conocido de Taylor, no es algo que un «hombre educado» apreciaría y, mucho menos consideraría importante.
No obstante, en una ‘parte aún mayor la reputación de Taylor hasufridb precisamente’ porque aplicó el saber al estudio del trabajo; ’esto era un anatema para los sindicatos obreros de su tiempo que ’montaron contra Taylor una de las campañas de difamación más sañudas de la historia de Estados Unidos. El crimen de Taylor, a los ojos de los sindicatos, era su afirmación de que no existía el «trabajo especializado»; en las operaciones manuales sólo existe el «trabajo, todo puede ser analizado de la misma forma. Cualquier obrero que‘ esté dispuesto a hacer el trabajo de la forma en que el análisis muestre que debe hacerse, es un «hombre de primera clase» y merece un «salario de primera clase»; es decir, lo mismo o más que el obrero especializado recibía con sus largos años de aprendizaje.
Además, los sindicatos respetados y poderosos en los Estados Unidos de Taylor eran aquellos de los arsenales y astilleros propiedad del gobierno en los que se hacía, antes de la Primera Guerra Mundial, toda la producción de defensa en tiempos de paz y estos sindicatos eran monopolios gremiales; la pertenencia a uno de ellos quedaba restringida a los hijos o familiares de los miembros. Se exigía un aprendizaje de entre cinco y siete años pero no se daba una preparación sistemática o estudio del trabajo; en ninguna ocasión estaba permitido anotar nada; ni siquiera había planos o cualquier otro tipo de dibujo del trabajo a hacer; los miembros debían jurar guardar el secreto y no se les permitía‘ hablar de su trabajo con personas que no fueran miembros del sindicato. La afirmación de Taylor de que el trabajo podía ser estudiado, analizado y dividido en una serie de movimientos simples y repetitivos, cada uno de los cuales debía hacerse en su forma correcta, con su tiempo correcto y con sus

5. De hecho, no se publicó ninguna biografía fiable hasta 1991 cuando aparecióFrederic/e W. Taylor; Mito y Realidad, de Charles D. Wrege y Ronald J. Greenwood(Irwin, Homewood, Illinois).

propias herramientas, era de hecho un ataque frontal contra ellos y por ello le vilipendiaron y consiguieron que el Congreso prohibiera el Estudio del Trabajo en los arsenales y astilleros del gobierno, prohibición que prevaleció hasta después de la Segunda GuerraMundial.
Taylor no mejoró las cosas al ofender a los patronos de su tiempo tanto como ofendía a los sindicatos; al tiempo que no tenía ningún respeto por los sindicatos, se mostraba despreciativamente hostil hacia los empresarios; su epíteto favorito para ellos era «cerdos». Y además estaba su insistencia en que los obreros y no los empresarios debían recibir la parte del león de las mejoras en beneficios que produjera la Dirección Científica. Y por si esto fuera poco, su «Cuarto Principio» exigía que el estudio del trabajo se hiciera al menos en consulta, si no en asociación, con el obrero. Para terminar, Taylor mantenía que la autoridad en la planta no debía basarse en la propiedad; sólo podía basarse en un saber superior; en otras palabras, exigía lo que ahora llamamos «dirección profesional» y eso era anatema y «herejía radical» para los capitalistas del siglo XIX. Fue duramente atacado por ellos como «elemento perturbador» y «socialista». (Algunos de los más estrechos discípulos y colaboradores de Taylor, especialmente Karl Barth, su mano derecha, sí que‘ eran «izquierdistas» abiertos y declarados y fuertemente anticapitalistas).
A los contemporáneos de Taylor su axioma según el cual todo trabajo manual, especializado o no, podía analizarse y organizarse mediante la aplicación del saber les parecía absurdo. Y que había una mística en la pericia de un oficio fue algo aceptado universalmente durante muchos, muchos años.
Este convencimiento animó aún más a Hitler a declarar la guerra a Estados Unidos en 1941. Para que Estados Unidos presentara una fuerza militar eficaz en Europa necesitaría una gran flota que transportara las tropas y en aquel momento no contaba casi con marina mercante y no tenía ningún destructor para protegerla. Hitler argumentaba además que la guerra moderna requería ópticas de precisión, y en gran cantidad, y no había obreros ópticos especializados en Estados Unidos.
Hitler tenía toda la razón; la marina mercante de Estados Unidos era casi inexistente y sus destructores eran pocos y ridículamente anticuados; tampoco tenía casi industria óptica; pero aplicando el «estudio del trabajo» de Taylor, Estados Unidos aprendió a preparar obreros totalmente no cualificados, muchos de ellos aparceros en un entorno preindustrial, y convertirlos en el plazo de sesenta a noventa días en soldadores y constructores de buques de primera clase. Estados Unidos preparó igualmente en el espacio de pocos meses a la misma clase de gente para producir ópticas de precisión de mejor calidad que las que nunca habían hecho los alemanes y utilizando por añadidura cadenas de montaje. En conjunto, donde Taylor tuvo el mayor impacto fue en la formación profesional.
Adam Smith, sólo cien años antes, daba por sentado que se necesitaban por lo menos cincuenta años de experiencia (y es más probable que sea un siglo) para que un país o región adquiera los conocimientos necesarios para producir artículos de alta calidad, y tomaba como ejemplo la producción de instrumentos musicales en Bohemia y Sajonia y de tejidos de seda en Escocia. Setenta años más tarde, alrededor de 1840, un alemán, August Borsig (1804-1854), una de las primeras personas fuera de Inglaterra que construyó una locomotora a vapor, ideó lo que todavía es el sistema alemán de aprendizaje, que combina la experiencia práctica en fábrica bajo un ‘maestro con una base teórica en la escuela; sistema que sigue siendo el fundamento de la productividad industrial alemana. Pero incluso el aprendizaje de Borsig requería de tres a cinco años. Entonces, primero en la Primera Guerra Mundial y más especialmente en la Segunda, Estados Unidos aplicó sistemáticamente el enfoque de Taylor para preparar «hombres de primera clase» en pocos meses y esto, más que cualquier otro factor, explica por qué Estados Unidos fue capaz de derrotar tanto a Alemania como a Japón.
Todas las anteriores potencias económicas de la historia moderna, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, habían surgido en razón del liderazgo en nueva tecnología; las potencias económicas de después de la Segunda Guerra Mundial, primero Japón, luego Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong, Singapur, todas deben su desarrollo al sistema de formación de Taylor que les permitió dotar a una fuerza laboral en gran medida aún preindustrial y por lo tanto con bajo nivel salarial con una productividad’ a nivel mundial en un período de tiempo mínimo. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la formación basada en Taylor se convirtió en el único motor verdaderamente eficaz del desarrollo económico.
La aplicación del saber al trabajo aumentó de forma explosiva la
productividad.6

6. El término mismo era desconocido en tiempos de Taylor; de hecho, siguió siéndolo hasta antes de la Segunda Guerra Mundial cuando empezó a ser utilizado en EE.UU. Incluso en 1950 el más autorizado diccionario inglés, el Concise Oxford, no recogía todavía el término «productividad» en su significado actual.

Durante cientos de años no se había producido ningún aumento en la habilidad de los obreros para producir artículos o para moverlos; las máquinas crearon una mayor capacidad; pero los obreros mismos no eran más productivos de lo que lo habían sido en los talleres de la antigua Grecia, en la construcción de las calzadas de la Roma Imperial o en la producción de los apreciados tejidos de lana que dieron a la Florencia del Renacimiento su riqueza. Sin embargo, pocos años después de que Taylor empezara a aplicar el saber al trabajo, la productividad empezó a aumentar a un ritmo del 3,5 al 4 % por arño; lo cual significa doblarse cada dieciocho años más o menos. Desde que Taylor empezó, la productividad ha crecido unas cincuenta veces en todos los países avanzados; sobre esta expansión sin precedentes descansan todas las mejoras tanto en el nivel como en la calidad de vida en los países desarrollados. La mitad de esta productividad adicional ha ido a crear un mayor poder adquisitivo; esto es, un más alto nivel de vida. Pero entre un tercio y la mitad ha ido a la creación de un aumento del ocio.Todavía en 1910 los obreros de países desarrollados seguían trabajando por lo menos tres mil horas al arño; ahora incluso los japoneses trabajan dos mil horas al arño, los estadounidenses unas mil ochocientas cincuenta y los alemanes como máximo mil seiscientas; y todos ellos producen cincuenta veces más por hora que lo que producían hace ochenta arñosOtra parte sustancial de la mayor productividad ha ido a la atención sanitaria, que ha pasado de prácticamente el 0 % del producto nacional bruto al 8 o 12 % en los países desarrollados, y a la educación, que ha pasado de alrededor del 2 % del producto nacional bruto a un 10 % o más.
Y la mayor parte de este aumento, tal como predijo Taylor, ha ido a los trabajadores, es decir a los proletarios de Marx. Henry Ford (1863-1947) sacó su primer automóvil barato, el Modelo T en 1907, que era «barato» sólo por comparación con los demás automóviles en el mercado, los cuales, en términos de renta media, costaban tanto como costaría hoy un avión bimotor privado. A setecientos cincuenta dólares, el Modelo T costaba lo que un obrero industrial que trabajara a jornada completa ganaba en Estados Unidos en tres o cuatro años, ya que entonces ochenta centavos era el jornal de un buen dia. Y, por supuesto, no había otros «beneficios». En aquel tiempo incluso un médico no ganaba casi nunca más de quinientos dólares al año; hoy un obrero sindicado de la industria del automóvil en EE.UU., Japón o Alemania Occidental, trabajando sólo cuarenta horas a la semana, gana cincuenta mil dólares en salario y subsidios —cuarenta y ’ cinco mil después de impuestos— que es aproximadamente ocho vees lo que cuesta un coche barato hoy.
Para 1930 la dirección científica de Taylor, pese a la resistencia por parte de sindicatos e intelectuales, se había extendido por todo el mundo desarrollado. Como resultado, el «proletario» de Marx se convirtió en un «burgués»; el obrero de fábrica, el «proletario» y no el «capitalista» había sido el verdadero beneficiario del capitalismo y la revolución industrial. Esto explica el fracaso total del marxismo en los países altamente desarrollados a quienes Marx había pronosticado la «revolución» para el año 1900; explica por qué, después de 1918, no ha habido «revolución proletaria» ni siquiera en los países derrotados de Europa Central en los cuales había miseria, hambre y desempleo; explica por qué la Gran Depresión no llevó a una revolución comunista, como Lenin, Stalin y prácticamente todos los marxistas habían esperado confiadamente; para entonces, los proletarios de Marx aún no eran «acomodados» pero ya se habían convertido en clase media; se habían convertido en productivos.
«Darwin, Marx, Freud» es la trinidad que se cita a menudo como «hacedores del mundo moderno»; si hubiera justicia en el mundo habría que sacar a Marx y poner a Taylor en su lugar. El hecho de que no se reconozca el mérito de Taylor es una cuestión menor; no obstante, lo que sí es una cuestión importante es que demasiada poca gente se dé cuenta de que fue la aplicación del saber al trabajo lo que creó a los países desarrollados al poner en marcha la explosión en productividad de los últimos cien años. Los tecnólogos atribuyen el mérito a las máquinas; los economistas, a la inversión de capital; pero ambos factores eran tan abundantes en los primeros cien años de la era capitalista, esto es antes de 1880, como lo han sido desde entonces; en lo que hace a la tecnología o al capital, los segundos cien años difieren poco de los primeros cien. Pero no hubo absoluta mente ningún aumento de productividad laboral en los primeros cien años y, en consecuencia, tampoco hubo apenas aumento en la renta real del obrero ni disminución en su jornada laboral; lo que hizo que los segundos cien años fueran tan críticamente diferentes sólo puede explicarse como el resultado de aplicar el saber al trabajo.
La productividad de las nuevas clases, las clases de la sociedad poscapitalista, puede aumentar sólo mediante la aplicación del saber al trabajo; ni máquinas ni capital pueden hacerlo en realidad, si se aplican solos es probable que dificulten más que creen productividad (como estudiaremos más adelante, en el capítulo 4). Cuando Taylor empezó, nueve de cada diez trabajadores realizaban un trabajo manual, haciendo o trasladando cosas; en fábricas, agricultura, minería o transporte. La productividad de la gente que se ocupa en hacer y mover cosas sigue subiendo al ritmo histórico de un 3,5 a 4 % y en la agricultura en Estados Unidos y Francia aún más rápido, pero la revolución de la productividad ha terminado. Hace cincuenta años, en los cincuenta, las personas dedicadas a trabajos para hacer o trasladar cosas eran aún mayoría en todos los países de-sarrollados; hacia 1990 habían quedado reducidas a un quinto de la fuerza laboral; hacia 2010 no serán más de una décima parte. Aumentar la productividad de los obreros manuales en fábricas, agricultura, minería o transporte ya no puede crear riqueza por sí mismo; la revolución de la productividad se ha convertido en víctima de su propio éxito. A partir de ahora lo que importa es la productividad de los trabajadores no manuales; y eso exige la aplicación del saber al saber. 

Nota : los hermanos McDonalds aplicaron la organización científica a sus restaurantes,  consiguieron  que muchas familias de  trabajadores estadounidenses pudieran permitirse por primera ver  ir a comer fuera. Eran restaurante para familias, por ejemplo cuando los fundaron no se vendía alcohol en los mismos. Hoy en día ir a un McDonalds y mirar hacia la cocina es la mejor forma de ver un ejemplo de organización científica del trabajo.

¿Que ocurrió en los paises socialistas y comunistas? Pues una verdadera  revolución de la "antiproductividad" ver la entrada homo sovieticus

publicado originariamente en aquí el

sábado, 3 de marzo de 2012



Matt Ridley: The Green Scare Problem / El problema del alarmismo ecologista

Artículo original en inglés

Traducción para comodidad de los lectores hispanohablantes:

Matt Ridley: The Green Scare Problem
El problema del alarmismo ecologista

Fecha: 14/08/15 Matt Ridley, The Wall Street Journal
Elevar  alarmas constantemente ( sobre fracking, pesticidas,alimentos transgénicos) en  nombre de la seguridad es un juego peligroso.

"Ya habíamos escuchado antes estos mismos rancios argumentosantes", dijo el presidente Obama en su discurso sobre el cambio climático la semana pasada, en referencia a los que se preocupan de que el plan de reducción de carbono de la Agencia de Protección del Medio Ambiente puede hacer más daño que bien.

El problema es que nostros también habíamos escuchado antes su tambien rancio argumento:  que estaremos condenados si no hacemos lo que los grupos de presión ambientales nos dicen y que nos salvaremos si  hacemos lo que ellos dicen. Lo que ellos dicen ha resultado ser frecuentemente un mal consejo.

Hacer predicciones terribles es lo que hacen los grupos ambientalistas para ganarse la vida, y es un mercado competitivo, por lo que exageran. Prácticamente todas las amenazas del medio ambiente de las últimas décadas se han exagerado mucho en algún momento. Los pesticidas no estaban causando una epidemia de cáncer, como Rachel Carson afirmaba en su libro de 1962 "Primavera Silenciosa"; la lluvia ácida no estaba devastando bosques alemanes, como el Partido Verde en ese país, dijo en el 1980; el agujero de ozono no estaba dejando ciegos a los conejos y a los salmones, como Al Gore advirtió en la década de 1990. Sin embargo, la adopción de medidas de precaución contra los pesticidas, la lluvia ácida y el adelgazamiento del ozono resultó ser un asunto manejable, así que tal vez no se hizo mucho daño.

El cambio climático es diferente. El plan del presidente Obama para reducir las emisiones de dióxido de carbono de las plantas generadoras  de electricidad estadounidenses en un 32% para 2030 (desde el nivel de 2005) reduciría las emisiones globales  en un 2% aproximadamente. En ese momentoel plan de carbono podría costar los EE.UU. una reducción del PIB de  hasta  billón  de dólares según datos de la Administración de Información de Energía analizadas por la Fundación Patrimonio estadístico Kevin Dayaratna.  Las medidas necesarias para descarbonizar mundial de energía resultarían mucha más caras. Por tanto sería mucho mejor que estuvieramos seguros de que no  exagerando el problema.

Pero no es sólo que las amenazas ambientales habitualmente han resultado mucho menos malas de lo que nos temíamos, es que los remedios a veces resultan pero que la enfermedad.

Los organismos genéticamente modificados (GMO) otro caso a tener en cuenta.  Después de 20 años y miles de millones de comidas preparadas con ellos , todavía no hay evidencia de que hagan  daño a la salud humana, sino todo lo contario, hay una amplia evidencia de sus beneficios ambientales y humanitarias. El "arroz dorado" al que mediante modificación genéticas se le ha incrementado la cantidad de vitaminas está disponible desde hace años con la capacidad de salvar vidas pero ha contado con la oposición de Greenpeace en cad paso.Los productores de berenjena Bangladesh tienen que rocíar sus cultivos con insecticidas hasta 140 veces cada temporada, poniendo en riesgo su propia salud porque los ecologistas se oponen ferozmente al uso de la versión OGM resistente a los insectos de la planta. La oposición a los OGM sin duda está costando vidas humanas.

Además, ¿qué es lo que vienen a reemplazar los OGM? Antes de  que se inventara el mejoramiento de los cultivos mediante técnicas  transgénicas, la principal forma de obtener nuevas variedades fue "producción de  mutaciónes" para modificar el ADN de una planta al azar, usando rayos gamma o mutágenos químicos, con la esperanza de que algunos de los monstruos producidos de este modo tendrían mejor rendimiento o  alguna características novedosa. La cebada "Golden Promise"qupor ejemplo, que es una de las favoritas de los cerveceros orgánicos, se produjo de esta manera. Este método todavía no tiene  ninguna regulación especial, mientras que la transferencia precisa de  genes individuales muy conocidos es decir OGM, que de niguna forma es menos segura. sí que tiene que enfrentarse a regulaciones.

Los ecologistas se están oponiendo  actualmente al uso de pesticidas neonicotinoides con el argumento de que puedan hacer daño a las poblaciones de abejas, a pesar de que en la Unión Europea se ha visto que el número de abejas fue en aumento en los 20 años posteriores a su introducción. El efecto de la oposicion en Europa a los pesticidas  neonicotinoides ha sido la de causa de que los agricultores vuelvan a insecticidas piretroides mucho más dañinos, que son rociados sobre los cultivos en lugar de utilizarse para tratar  las semillas, eliminado insectos no nocivos. Y si se permitiera a  los europeos cultiavar vegetales OGM, entonces menos pesticidas sería necesariosn . Una vez más vemos que  la precaución de los ecologista al final  aumenta los riesgos.

El loby ecologista se ha opueto frontalmente durante decadas al uso de la energía  nuclear por motivos del peligro. Sin embargo, la energía nuclear causa menos muertes por cada unidad de energía generada que incluse la energía eólica o la energía solar. En comparación con los combustibles fósiles, la energía nuclear ha impedido 1.840.000 muertes según un estudio realizado por dos investigadores de la NASA. La oposición a la energía nuclear ha costado vidas.

Del mismo modo la oposición generalizada al  fracking para extraer  gas de esquisto, se basa casi por completo en mitos y mentiras según ha informado Ronald Biley,  corresponsal de ciencia de la revista Reason. Esta oposición ha retrasado considerablemente el crecimiento de la producción de gas en tierras de Europa y  parte de los EE.UU. Eso ha significado una mayor dependencia de la extracción de gas en alta mar, del gas ruso y del carbón, todos los cuales tienen mayores problemas de seguridad y mayores riesgos ambientales. La oposición al fracking ha hecho daño al medio ambiente.

En resumen, el movimiento ecologista ha negado en repetidas ocasiones  el acceso a  tecnologías más seguras y ha  obligado a depender de tecnologías más sucias, más peligrosas o más dañinos. Es experta  en sacar partido del miedo de la gente a las cosas nuevas.

Muchas de las primeras  afirmaciones  exagerando  los peligros del cambio climático están ahora  desacreditadas. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha abandonado explícitamente afirmaciones  anteriores de que la malaria probablemente iba a emporar, que la Corriente del Golfo dejaría de fluir, que Groenlandia o la capa de hielo de la Antártida Occidental se fundiría, que una repentina liberación de metano del Ártico era probable, que el monzón colapsaría  o que, a largo plazo, las sequías seerían más frecuentes.

Mientras tanto, en el otro lado de la balanza, en contraste con nuestra experiencia con la lluvia ácida y la capa de ozono, el precio económico, humanitario y medioambiental de descarbonización del suministro de energía está resultando mucho más caro de lo esperado. A pesar de la caída de los costos de los paneles solares, el coste de las instalaciones de energía solar sigue siendo alto  una vez que incluímos  la tierra, la transmisión, el mantenimiento y los sistemas de apoyo para las horas nocturnas. El impacto ambiental de la energía eólica, la deforestación, la muerte de las aves de presa, la minería de metales de tierras raras, es peor de lo esperado. De acuerdo con el BP Statistical Review of World Energy, estas dos fuentes de energía proporcionaron entre las dos sólo el 1,35% de la energía mundial en 2014, y  la reducción de emisiones resultante ha sido mucho menor que esa cifra.

La contaminación del aire en el interior de las viviendas  causada principalmente por el uso de leña para cocinar es la mayor causa mundial de muerte por contaminación ambiental. Esta contaminacion causa la muerte a un número de personas estamado en 4 millones al año según indica  el sitio web de noticias científicas sin fines de lucro SciDev.Net.
La forma más económica  de salvar sus vidas es proporcionarles acceso electricidad generada a partir de gas natural y combustibles fósiles.
 El argumento de que ellos deben preocuparse por un pequeño riesgo de cambio climático dento de muchas décadas es totalmente obsceno.

Mr. Ridley es el autor de "El optimista racional Cómo evoluciona la Prosperidad" (HarperCollins, 2010) y  miembro de la Cámara de los Lores británica. Su familia arrienda tierras para la minería del carbón en el norte de Inglaterra.

The Wall Street Journal, 14 de agosto 2015

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